historias...

lunes, 2 de agosto de 2010

La tierra de mis ancestros...

Después de muchos años he tenido la oportunidad de volver a la tierra de mis ancestros, después de un largo viaje en auto (como 12 horas al volante) recorriendo idílicos paisajes de mi pequeño país, paisajes de sierra... varios volcanes y otros que no lo son cubiertos de blanquísima nieve que dejó una noche entera de helada; ríos de plata líquida serpenteantes entre valles tapizados de colores con retacitos de cultivos.

A pesar de lo largo del viaje y lo pesado que resulta después de la hora 7ma. u 8va. se disfruta inmediatamente de una verdadera pintura en cada tramo del camino, a veces muy verde, otras un poco árida, y quiero, describir con un poco más de detalle, una en particular... está como a mitad de camino, como en el km 250, atravesamos la parte más alta de la cordillera, algo así como 2300 metros sobre el nivel del mar... es un páramo impresionante, en una curva hay una pequeña saliente al borde de un abismo que sensibiliza, yo creo, hasta al carácter mas indomable; yo, aunque le tengo miedo a las alturas, siento una imperiosa necesidad de acercarme hasta el mismísimo borde y casi una demente ansiedad por saltar... cruza por mi mente una no menos racional idea... imposible no volar si uno se lanza al vacío desde un lugar así, y regresan a mi mente lejanos recuerdos de mi niñez, cuando me lanzaba desde cualquier lugar que en ese momento me parecía lo suficientemente alto como para encontrar el impulso y el tiempo justo para poder sostenerse en el aire lo necesario y... volar por un segundo.

Recapacitando un momento, decido siempre no saltar pero quedo totalmente sobrecogida por la majestuosidad de la imagen, cierro los ojos y vuelo... sí! finalmente consigo aquello deseado durante toda la vida... volar, y esta vez incluso voy un poquito mas allá, no solo se cumple el deseo anidado tanto tiempo, sino que hasta sé perfectamente a donde quiero ir, y no puedo guardar una sonrisa sintiendo en alguna parte del cuerpo que no consigo identificar, la satisfacción de haber salvado las distancias añoradas...

Y como para guardar un recuerdo duradero, en una leve, nostálgica y tristona mueca, sonrío una vez más...

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