historias...

viernes, 31 de agosto de 2012

La ultima gota de café

Para aquellos que adoramos el café, qué digo adoramos... lo idolatramos; pues bien, entonces estarán de acuerdo conmigo en que no hay nada más satisfactorio y más nostálgico que la última gotita de la taza... a mí me sucede que me tomo a sorbos el café de la mañana, mientras empiezo a organizar mis cosas y mi trabajo, pero nunca me doy cuenta de cómo me lo tomo sino hasta cuando levanto mi taza y ... no queda más que una gotita que caprichosamente se niega a subir a mis labios; pero resulta que precisamente ésa es la gotita más sabrosa, la que despierta las verdaderas ganas de un gran café, pero también la que deja una tristeza chiquita porque no hay más.

Ahora digo yo, hay personas en la vida que son como esa gotita, pues endulzan, despiertan y motivan; pero tambien dejan un sabor tristón y nostálgico de aquello que de tan bueno se disfrutó sin enterarse uno que, como todo en esta vida se termina; y pues eso, que uno se entera y se choca con el muro de la realidad cuando quiere darle un sorbo más y... entonces ya no queda.

Hoy he releído unos manuscritos de hace un par de años, a la misma vez que pretendía "seguir" bebiendo mi café y... sí, solo quedaba esa agónica gotita marrón en mis labios y otra igual en mi corazón

martes, 28 de agosto de 2012


Y he vuelto a tropezar con mi pasado y he pedido en el bar de mis pecados otra copa de ron;
y en otros ojos me olvidé de tu mirada, y en otros labios despisté a la madrugada y en otro pelo me curé del desconsuelo que empapaba mi almohada...
y en otros puertos he atracado mi velero...

viernes, 3 de agosto de 2012

Y va buscando un nuevo destino mi sendero... uno soleado, uno tranquilo, uno nuboso pero tibio, uno azul, uno verdoso; uno en blanco y negro o uno luminoso; uno salpicado de flores olorosas de otoño; o uno con perfume caro de loción de olvido; uno con ojos adormilados, uno que no dé tregua al amanecer, un sendero plagado de errores aún por cometer; uno bordeado de alegrías al que no le falte la lluvia del llorar, uno que tenga dos carriles para un cómodo transitar...
O simplemente uno, que se forme con cada paso al andar...