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viernes, 31 de agosto de 2012

La ultima gota de café

Para aquellos que adoramos el café, qué digo adoramos... lo idolatramos; pues bien, entonces estarán de acuerdo conmigo en que no hay nada más satisfactorio y más nostálgico que la última gotita de la taza... a mí me sucede que me tomo a sorbos el café de la mañana, mientras empiezo a organizar mis cosas y mi trabajo, pero nunca me doy cuenta de cómo me lo tomo sino hasta cuando levanto mi taza y ... no queda más que una gotita que caprichosamente se niega a subir a mis labios; pero resulta que precisamente ésa es la gotita más sabrosa, la que despierta las verdaderas ganas de un gran café, pero también la que deja una tristeza chiquita porque no hay más.

Ahora digo yo, hay personas en la vida que son como esa gotita, pues endulzan, despiertan y motivan; pero tambien dejan un sabor tristón y nostálgico de aquello que de tan bueno se disfrutó sin enterarse uno que, como todo en esta vida se termina; y pues eso, que uno se entera y se choca con el muro de la realidad cuando quiere darle un sorbo más y... entonces ya no queda.

Hoy he releído unos manuscritos de hace un par de años, a la misma vez que pretendía "seguir" bebiendo mi café y... sí, solo quedaba esa agónica gotita marrón en mis labios y otra igual en mi corazón

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